¿HAS ENTENDIDO A QUIEN TIENES EN CASA? ¿HAS ENTENDIDO A QUIEN TIENES EN LA IGLESIA?
¿HAS ENTENDIDO A QUIÉN TIENES EN CASA?
Generaciones han
pasado, pocas han disfrutado del amor de Dios en sus vidas. El impulso de cada
temporada marcará un punto en el plano cartesiano de tu historia.
“Nada mejor que una
familia en Cristo” es el mayor de los deseos de todos los que hemos llegado a los
pies del Señor; sin embargo, la mayor rémora de cada uno de nosotros son nuestras
perspectivas. El querer parecer y el querer tener es lo que a muchos a
atropellado. Hemos entendido lo que el Señor si ha hechos con nosotros, pero
nos cuesta entender lo que el Señor puede hacer con otros.
Entender a quién tienes
en casa es comprender que no fue elección tuya. Sí, pues no elegiste a tus papás,
tampoco a tus hermanos, menos a tus primos, pero si elegiste a tus mascotas, o la
decoración de la casa, por lo menos. No elegiste ser pobre o vivir cómodo, mas
si es elección tuya superar la condición; Jesús dijo en la biblia: A los pobres
siempre los tendréis y quizás por eso te has quedado ahí, pero no es quedarse,
es entender que, aunque no lo hayas elegido tú, puedes superarlo. Sólo son
condiciones de vida. Con esto busco la manera de que puedas cambiar la
perspectiva al ver las situaciones de tu vida, siempre habrá un camino y si no
lo hay, habrá herramientas para abrirlo. Claro, hay cosas en las que entendemos
que Dios opera milagrosamente pero mientras, ¿Qué haces tú? El apóstol Santiago
nos dice la fe sin obra es muerta, muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis
obras. (Santiago 2:14-18).
De manera que así sucede con todo lo que concierne cuando se habla de ti.
¿Has entendido a quién tienes en casa? ¿Entendiste que en tu casa tienes hijos los cuales son un regalo precioso de parte de Dios? Almas que Dios quiere usar para su reino, que con buen ejemplo estarán dispuestos a molestar y sacudir a nuestro mundo. ¿Entendiste que tu padre busca la manera de llevarte a un encuentro con Dios? O ¿No has entendido el lloro de tu madre mientras todos duermen, rogándole al Señor que cuide tus pasos? Constantemente en nuestras casas siempre hay uno que quiere abrir el camino. Dios coloca el querer como el hacer por su buena voluntad, respalda lo dicho por su boca, Él siempre va a querer: Operar milagros, salvar, sanar, ser el centro de ese hogar, ser el que consuela esos llantos desesperados que tanto roban tus noches. Has entendido que Dios encendió una llama en alguien de tu casa y quiere iluminar a través de él el corazón de cada uno conforme al propósito de la vida. Quizás seas tú quien deba iluminarles.
Las temporadas son cambiantes, van y vienen, como aquel columpio que subió tanto que luego tuvo que volver a bajar. No es malo bajar, a veces es necesario para volver a subir; sólo asegúrate que en cada subida y en cada bajada tengas por entendido a quien tienes en casa. Si no me has entendido, Dios quiere habitar en nuestras casas, ser el lazo perfecto en la familia, ser el principal motor de búsqueda en el momento de escasez o el de la enfermedad, o no, el de tu peor problema, Él sí que sabe cómo lidiar con todo eso; el motor de tu gratitud. Justo ahí estás abriendo camino para tus hijos, para tus padres, para tus hermanos que se encuentran lejos de Dios; o al primo que desprecia a Dios por la vanidad de la vida. Es decir, asegúrate de que en cada temporada de tu vida Dios y tu familia estén contigo en el corazón, esa también es una casa.
¿ENTIENDES A QUIÉN TIENES EN LA IGLESIA?
Llegas a lo que se
conoce como Iglesia, pero sólo son cuatro paredes decoradas y donde todos se
esfuerzan en congregarse. Procuramos entonces con diligencia buscar el bien
siempre, y el bien es del Señor; pero cuando lamentablemente chocamos con el
mal nos rehusamos volver a buscar el bien, ¿Por qué? Creemos que seremos
rechazados cuando fallamos y aunque no siendo así, lo creemos tanto que pensamos
que todos son justos y perfectos dentro de ella. Enmarcando en la vida del que
ha fallado una grabado en la frente diciendo: “soy el peor de los pecadores, y
no merezco a Dios”.
Se convierte esto
en un común denominador en la población cristiana cuando se desconoce a quién
tenemos en la iglesia. Claro, porque la iglesia no es más que el cuerpo de Cristo,
entender que hacemos parte del cuerpo de un ser tan especial nos hace
especiales, nos hace diferentes, nos hace aceptos y en Él, amados. Pero esto no
indica que debemos ser perfectos, y rechazar al imperfecto, no, sino al
contrario cuando hemos entendido a quien tenemos en la iglesia buscamos el constante
crecimiento como la misma familia que tienes en casa, donde no hay mucho que
comer pero no te agrada ver que tus hijos se vayan a cama sin un bocado de pan,
donde quizás no tengas la manera de suplir todos las necesidades de tus padres
que ya envejecen y están sin fuerzas, o de tu hermano que está confundido por
malas decisiones que ha tomado en su vida, a nadie de ellos rechazas porque
entendiste cual es el valor de quienes están en tu casa. Quizás tu no elegiste
que Dios se enamorara de ti, que viera lo que otros no ven en ti, al igual que tu
no elegiste la salvación del hermanito que humildemente hace el esfuerzo de presentar
su ofrenda a comparación de la tuya; el joven que en su casa es rechazado por
ser cristiano y sólo estando en la iglesia compartiendo con los demás siente que
lo tiene todo, porque él si sabe a quien tiene en la iglesia; ¿Has entendido a
quién tienes en la iglesia y no te has dado cuenta? No te hago esta pregunta
para que lamentes la condición de tu hermano o para que exaltes la condición de
vida del otro, hago la pregunta para que puedas ver la fidelidad de Dios de
manera sin igual operando milagros, salvando pecadores, sanando heridas de la
carne y heridas del corazón, reconstruyendo hogares, sí, exacto justo eso también
se te pasó por la mente igual que a mí, cuando veías en la película que luego
de una devastación los pocos que quedaban eran refugiados por alguna entidad y dentro
de ella, alimentaban, sanaban, se recuperaban, y en ese complejo sanitario
todos hacían obra social… exactamente así es el cuerpo de Cristo, cuando se
entiende a quien tenemos en la iglesia, dejaremos de ser jueces y nos volveremos
samaritanos.
Concluyo con aquel
versículo de 1 Juan 4:20 Si alguno dice: Yo amo a
Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a
quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Por eso fui
movido por el Espíritu Santo a recapitular nuevamente mi vida, a direccionar
mis decisiones y saber que para ustedes hay una invitación de parte de Dios: El que
ama a Dios, ame también a su hermano, así entenderemos
quien tenemos en casa y a quien tenemos en la iglesia.
Si lo entendiste como yo, entonces dirás
conmigo: Amo a los de mi casa y a los de la iglesia, porque sé que todos ellos más
que un parentesco familiar, o años de amistad somos prójimos, somos hermanos.
-
Andrés Bonza.
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