EL QUE RÍE DE ÚLTIMO, RÍE MEJOR.

 


“Le causaron amargura, le asaetearon, Y le aborrecieron los arqueros; Mas su arco se mantuvo poderoso, Y los brazos de sus manos se fortalecieron” Génesis 49:23-24

Es casi imposible al comentar los sueños y anhelos de la juventud, no tomar por ejemplo al soñador del génesis, al que rompió todo concepto humano, al que fue preservado por Dios para un propósito; quiero presentarles a José. 

¡luces, cámara y acción! Y en ese momento, Aparece: "José", con rostro ingenuo y un semblante muy tierno; confesando sus sueños con una alegría incalculable ante los rostros de sus envidiosos hermanos.

José era el undécimo hijo de Jacob y primero de su madre Raquel. El corazón de su padre se inclinó a su favor por encima de sus hermanos, Jacob lo prefirió antes que sus demás hijos por tal razón causó un fuerte conflicto familiar, pues sus hermanos lo odiaban a muerte. Su padre premiaba su fidelidad obsequiándole dádivas, le regaló una túnica de colores. La túnica lo diferenciaba entre sus hermanos; símbolo de investiduras, de ministerio. Y así, Dios nos diferencia de los demás, sus hijos somos diferencia entre los que nos rodean.

No hay duda de que estos sueños vinieron de Dios; y es cierto que la seguridad de que un día se cumpliría ayudó a José a mantenerse fiel durante esos muchos años de prueba en Egipto. El primer sueño tiene un escenario terrenal, mientras que el segundo se desarrolla en el cielo. El Soñador no comprendía su sueño, la magnitud de esa visión y su trascendencia eran totalmente ajenas a su pensamiento. Al principio de toda visión, nuestra mente finita no comprende.

Los hombres somos limitados al tiempo pero, Dios vive fuera del tiempo es decir que él ve nuestro presente y nuestro futuro al mismo tiempo: Él vio al niño que lloraba en la arquilla y a la vez veía el Moisés que abría las aguas oceánicas del mar bermejo; Dios miraba el día que Ana lloraba en el altar afligida porque su matriz no daba frutos pero a la vez miraba a ese Samuel que encendería la lámpara de Israel. Dios hoy mira tu presente y a la vez tu mañana, es decir, que cuando te acercas a venderle galletas, Él guiña su ojo y una sonrisa en su rostro y te dice: Hola mi amigo presidente ¿Cómo estás? Tú no lo comprendes hoy, pero algún día lo sabrás.

Todos queremos triunfos en la vida, alcanzar las metas propuestas, los sueños que tenemos en el corazón son ilusiones y esperanzas por venir, muchos anhelamos tener un ministerio reconocido, impactante que arrase multitudes, alguien desea un título universitario en la mejor universidad, tener su propia empresa, ganar un premio nobel, tener un hogar bendecido y mucho más… Creo que tú has vivido esto: Algunas noches nuestras mentes navegan en los profundos lugares de los sueños, lo que para nosotros son utopías para Dios son propósitos. Cada vez que llego a esos profundos lugares trato de pisar el territorio porque yo sigo creyendo que todo lo que pise la planta de vuestro pie es mi posesión, aun cuando los hermeneutas quieran desaparecer el verso, en mi corazón está grabado en alto relieve sigo creyendo.

Aun cuando sea hermoso deleitarnos en nuestros sueños debemos volver al presente. Me acuerdo de una película llamada volver al futuro; Marty el protagonista de una saga en serie de películas necesitaba volver al presente estando en su futuro.
Hay que empezar desde el punto de partida y con valentía enfrentar el camino de los sueños que son confusos y con crueles laberintos de interrogantes además de las cosas inesperadas que suceden, los momentos de lágrimas, soledad y desánimo. 

A José sus hermanos intentaron quitarle la vida por el odio que le tenían y mientras decidían cómo matarlo lo arrojaron a un pozo sin ninguna piedad, en esos momentos pasaba una compañía de mercaderes ismaelitas venían de Galaad y descendían a Egipto y lo vendieron, engañaron a su padre; le llevaron la túnica de colores manchada su sangre diciéndole: “quizás una fiera lo devoró” al oír esto Jacob rompió sus barbas, echó cilicio y cenizas sobre su cabeza y lloró amargamente a su hijo José, mientras que José fue vendido a Potifar como un esclavo.

 Aun en su lamentable situación Dios no lo abandonó sino que todo lo que hacía prosperaba y así llegó a ser el mayordomo en la casa de su amo.

 La esposa de Potifar (la Potifara), trataba de seducirlo pero José decía: "Hay un Dios en los cielos al cual rindo mi adoración" y prefirió huir de los brazos seductores de aquella mujer.

José se acordaba de la enseñanza de su padre: Amarás al Señor tu Dios con toda tu alma, con todas tus fuerzas, con todo tu corazón. Aunque Fue acusado de intento de violación y fue directo a la cárcel pero allí arrodillado le dijo: Señor, mira donde estoy por causa de mi amor a ti, he tratado de guardarme pero solo encuentro vituperios. Y Dios en los cielos diciendo: sabes José muchas son las aflicciones del justo pero de ellas te libraré, los que me miran son alumbrados y sus rostros no quedan avergonzados.

José no miro la oposición y los vituperios como argumentos para desistir y olvidar sus sueños, al contrario fueron combustible para seguir el camino: Sueños, envidia pozo, mercaderes; Egipto, esclavo, mayordomo; cárcel, Gobernador.

La Envidia de sus hermanos fue la plataforma de lanzamiento a los Sueños de su corazón, me imagino el diablo con las manos en la cabeza, golpeando su escritorio otro plan le salió mal, creyó que José estaba destruido pero al contrario Dios hizo jaque mate y ganó la partida; ¡El Soñador es el Gobernador! Y con sonrisa en su boca observa que sus hermanos se postraron ante Él como el sueño lo decía.

En Dios siempre es posible alcanzar lo imposible, lo que parezca absurdo. El Sol la luna y las estrellas, El hijo esperado por casi un siglo, la libertad de 430 años, Simeón y el niño; el canto de María la profetisa, el palacio, sueños, sueños… TODO ES POSIBLE, CREE.

 

- Pastor Carlos Pérez.

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