LA GALLETA


Te estarás preguntando, ¿Por qué ese nombre?, si te quedas lo sabrás.

Soy amante a las galletas de soda, las como con o sin bebidas, a cualquier hora y en cualquier lugar.

Me gusta ser sincero y porque me gusta serlo te diré algo, aún no tengo idea que quiere el señor que aprendamos, pero mientras escribo (en tu caso como lector, lees) puedo garantizarte que Él nos hablará.

Eran las 3:26 de la madruga cuando me dio mucha hambre, estaba preparando una enseñanza para el día siguiente; me levanté y caminé en dirección a la cocina. Era costumbre que en el gabinete encontrara siempre galletas, pero amena sorpresa solo quedaba una galleta en la envoltura, en el momento noté como mis ilusiones de comer se desvanecieron y el hambre aumentaba. Volví a mi escritorio con la galleta de soda, la sostuve en mi mano izquierda y empecé a desearla tanto que me preguntaba, ¿Cuántas raciones pude haber almacenado en otros días? ¿Qué tiene esta galleta que me hace desearla tanto, y a la vez dejarla a un lado sin consumirla? ¿Sí tengo hambre, por qué no me la como? ¿Por qué no revisé en los otros gabinetes, quizás me hubiera encontrado otro tipo de comida? Pero el Señor hablo a mi corazón con estas palabras, “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4. 4). Escucharlo y decirlo es lo más fácil, solamente son 18 palabras, ¡pero creerlo!, no es tan fácil.

¿Qué tan dependiente somos de Dios? ¿Lo mucho para aceptar a profundidad este versículo o lo poco para creer que no es posible? 

¿Cuántas veces te has acostado con hambre y no te has dado cuenta? ¡Hey excelente! No somos capaces de ignorar el hambre, nuestro estomago comienza hacer ruidos, a otros se le activa la gastritis, otros les da fuertes cólicos, pero sea lo que sea, no puedes ignorar el hambre. Está bien tu respuesta, porque quizás no formulé la pregunta correctamente. Pero si te pregunto de esta forma que me dirías: ¿Cuántas veces te has acostado con hambre de Dios y no te has dado cuenta?... 

Lo sé, porque guardaste silencio. Yo puedo desear mucho la galleta de soda, quizás tú deseas un postre, o un plato fuerte; pero más allá, ¿cuánto deseamos su presencia?, ¿sólo cuando queremos que Él provea un trabajo?, o ¿Cuándo queremos que Él nos sane?, o ¿Cuándo queremos que Él nos use, porque tenemos que predicar o cantar?, pero constantemente no somos lo suficientemente sinceros con nosotros mismos y tratamos de alimentarnos de la galleta de soda, y no de su palabra.

Como jóvenes nos cuesta creer que la palabra de Dios llena más que una galleta de soda, me dirás: -Andrés no es tan cierto, yo me alimento todos los días de su presencia-. Yo te diré: que bien, gloria a Dios, sigue así; pero tú no eres la juventud en general. Este articulo quizás es el más raro que he escrito, pero si el más directo a nuestra necesidad. 

La galleta yo me la pude haber comido y listo, continuaba preparando la enseñanza; pero no fue así, porque era necesario que el Señor pusiera este sentir de decirte que esa galleta son las cosas que te calma el hambre por unos minutos pero luego vuelve, sí, son las propuestas que te hace la vida que obviamente tu deseas, o son los negocios que te enredan mientras militas para el Señor, o son las tentaciones que por muy provocativas luego te volverá a dar hambre.  Con esto no te digo que no comas (hahaha), hago solamente una analogía, de lo que sucedió aquel día.

Esa madrugada no me comí la galleta; sin embargo continué leyendo y preparando la enseñanza, escuchaba la voz de Dios a través de la lectura de su palabra, la cual si viene siendo dulce como la miel, o como el maná en el desierto, ¡o no! Como el pan que sale caliente del horno listo para la mesa, como un pan vivo, joven, es que Jesús es el pan de vida que alimenta nuestro ser (San Juan 6. 25-70). El pecado es real, al igual que el hambre, no se puede pasar por alto, habrá momentos donde te encontrarás con él y debemos evitarlo y huir, pero el Señor también es real. De manera que somos nosotros los que vamos a la tienda y escogemos que queremos comer, así sucede en lo espiritual, somos nosotros los que vamos frente al espejo y nos miramos cara a cara, y escogemos que queremos comer, sí una galleta o su presencia. 

¿Sabes que me impresiona de David? Que él no era perfecto, tenía un recibo en mora de la tienda llamada “azotea”, donde el costo de lo que pedía era muy caro porque también le daba hambre y comía muchas galletas, ¿pero quién le iba a pagar ese recibo tan caro?

Y es ahí donde me impresiona David, no porque él no era perfecto solamente, sino que nunca pudo acostarse ignorando el hambre que tenía y sentía por Dios. 

Joven hay que entender que somos producto del sacrificio en la cruz, hay que entender que lo que Dios ha visto en ti no lo vio en otro, lo vio en ti, hay que entender que somos necesitados y dependiente de Él, hay que entender que lo que te pueda ofrecer el mundo es pasajero, pero lo que te ofrece Dios es Eterno; algo de lo que veo en muchos es que parece ser que cuando comen una galleta, quieren otra porque obviamente tienen hambre, y en busca de solucionar esa hambre, se comen otra, y otra, y otra, ¡Hey alerta que mala decisión! no esperemos a que se acaben todas las galletas y la envoltura quede vacía, no, reconozcamos que no podemos irnos a dormir ignorando el hambre que se siente por Dios, no podemos irnos a dormir con hambre de Dios, por eso David dijo: mi alma tiene sed de ti y mi carne te anhela (Salmos 63. 1), ya no es tiempo de comer migajas, es tiempo de comer palabra de Dios. 

Joven, tú: ¿Pecaste? ¿Te sientes frustrado por el peso de la culpa? ¿Estás distraído y te has vuelto insensible a su presencia? ¿Se te olvido para que fuiste llamado? Deja de comer galletas allí sentado, eso para nada aprovecha; joven, intima más con Dios, porque yo no he visto otro alimento que llene más que comer arrodillado. ¿Y sabes que es lo mejor cuando nos decidimos comer arrodillado? Que este alimento nos recuerda: 

“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él;  pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.” 1 Juan 2. 1-6

¡Ah! se me olvidaba, terminé de preparar la enseñanza a las 6:30 de la mañana, y sucedió que me levanté de la silla como si me hubiera comido el plato más grande de todo el mundo, estaba muy saciado y lleno, porque su palabra sacia el alma y lo llena todo.

No te alimentes con la galleta
 -Andrés Bonza

Comentarios

  1. Tremenda enseñanza Dios ensanche ministerio

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  2. Maria José Rodríguez19 de julio de 2020, 20:08

    Excelente escrito, tan directo a todos...

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  3. 🥺 ¡Que mi padre te siga dando la sabiduría que necesitas para crecer y nosotros, los que leemos los artículos que él te manda, sigamos creciendo también por medio de ellos!

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  4. Bendiciones Bonza, excelente escrito, directo al corazón

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  5. Super genial este Artículo, que palabra tan edificante. Bendiciones Andrew

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  6. Cuando vi la foto mi imaginación voló al pensar que la galleta era símbolo de que tan necesario era la presencia de Dios, cuando leí el artículo me di cuenta que Dios nos habla en todo tiempo y de cualquier manera, excelente Bonza Dios te continúe dando mucha sabiduría y de seguro que quien lea esto verá que el evangelio es tan hermoso que uno puede tener experiencias con Dios de una vivencia simple!!!

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  7. Que hermosa Palabra Andrés, que el señor Bendiga tú vida en Gran manera y siga poniendo el sentir el tí, de Proclamar su Palabra 💥💥🙌🏼

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  8. ¡Tremendo mensaje, palabras que llegan al alma y hacen reflexionar. Dios bendiga tu vida, Andrés Bonza!

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  9. Aura M. Charris A.18 de marzo de 2021, 18:55

    Wow! Cuando ví la galleta mi mente enseguida; "Que querrá decirme Dios" y que quejosa puedo llegar a ser cuando muchas veces no escucho o no entiendo su vocabulario tan celestial al querer enseñarme algo. Y es que, Dios y su sabiduría son tan altas y sublimes que resultan tan grandes para mí escaso y pequeño rasocinio.

    Que oportuno mensaje, y que profundo es Dios cuando permitimos ser jarrones para llenar la vida y vasos de otros.

    Gracias Andre, síguete dejando usar.

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