LA VERDADERA TÚNICA DE JOSÉ



Sabes, ¿Cuántas interpretaciones hay sobre la historia y el proceso de José hoy en día? Tantas como cada uno de ustedes; yo sólo quiero asegurarme que puedas recibir lo que Dios quiere hablarte en esta hora.

¿Alguna vez te ha pasado que abres tu closet y de repente encuentras una prenda que te regalaron en un cumpleaños, y ahora quieres ponértela, pero no te queda? Eso mismo sucedió con José.

La biblia, nos enseña sobre José, el cual era un muchacho hebreo de 17 años de edad. Este apacentaba ovejas junto con sus hermanos, y comunicaba a su papá todo lo malo que hacían. José fue muy amado por su padre, más que el resto de sus hermanos; porque lo tuvo en su vejez, tanto así que en cierta ocasión recibió de parte de su papá una “túnica larga y de colores”.

No pretendo que te convenzas realmente pensando que esto es lo que has escuchado por mucho tiempo. Hoy quiero decirte que esta túnica no era la de José.

Ahora, la molestia de sus hermanos era justificable, tenía que haber un ¿Por qué?

Hay gente que lo que voy a decir lo saben, pero no le ha sido revelado. Tuve la oportunidad de recibir a dos invitados, y espero en realidad que les guste; y estén atentos a lo que ellos dijeron.

Con ustedes Rubén y Simeón.

Les contaré un poco como eran estos dos hombres, en medida eran muy altos y ancianos, sus canas eran muy notables y sus barbas largas; no sólo eso priorizaba en ellos, me causó curiosidad también como estaban vestidos, usaban túnicas y no eran bonitas. Así que les recibí y les dije: 

-Bienvenidos al sofá de mi pensamiento. Tenerles en el sofá de mi pensamiento hace que broten muchas preguntas sobre su hermano; la verdad quiero preguntarles: ¿Por qué llegó José a fastidiarles tanto en sus vidas? -,

Rubén respetuosamente rasca su barba con el dedo índice y el pulgar, me mira y me dice: 

- Realmente nos da vergüenza hablar de aquello, pero si quiero confesar algo, José no solamente era un muchacho desubicado sino también muy ingenuo. La verdad no sé qué ganaba diciéndole a papá todo lo malo que hacíamos mientras cuidábamos las ovejas-, 

en el momento que Rubén hablaba, interrumpió Simeón y se levantó de un golpe del sofá; y me mostró con gestos lo que pensaba de José en ese tiempo, empezó a caminar como aquel que presume de algo y sus hombros los alzaba con el pecho inflado, sus manos ondeaban la túnica beige que llevaba en ese momento, dando a entender que  José paseaba en medio de ellos con algo que no era de él. En ese instante le pregunté a Simeón: 

- ¿Qué me quieres decir con esto? -, 

inmediatamente él contestó: 

- todos los diez siempre hacíamos labores en parejas, y no había excepción con ninguno, a todos nos trataban igual, en la mesa, a la hora de comer orábamos y cantábamos con alegría, el día de la ofrenda todos nos esmerábamos por ofrecer un buen sacrificio, sentíamos paz. Pero llegó el once y todo cambió. Padre, empezó a mirarlo diferente que a nosotros, lo sobreprotegía mucho, el trabajo arduo no le enseñó como a nosotros, sólo quiso que aprendiera a cuidar de las ovejas -.  

Simeón se detuvo por un momento y puso sus manos en su cintura, apretó sus labios y la mirada la proyectó fijamente en un cuadro que colgaba en la pared, el cuadro era una pintura Pouring (pintura de mucho colores) de Andy Skinner, y continuó hablando. 

- Me molestó algo, si te soy sincero, y yo creo que a los nueve también les molestó, ¿Quieres saber que nos molestó? -, 

me preguntó, 

- que siendo nosotros muy humildes y reconociendo el favor de Dios a través de los años, viene Padre y le hace una túnica de muchos colores como los de la alta alcurnia, y a nosotros nunca nos hizo nada de eso, tanto así que por nuestras labores debíamos estar a veces hasta sin camisa -. 

Lo interrumpí y le dije: 

- ¿Qué acabas de decir? -. 

Él miró a su hermano Rubén y luego a mí, con mucha pena me dijo: 

- A veces nos tocaba hacer un oficio sin camisa -. 
Nuevamente le interrumpí e hice un gesto con la cabeza diciendo: no, eso no. Y esta vez fui más específico en mi pregunta: 

- ¿dijiste que la túnica de colores la usaban personas  aristócratas? -. 

Cuando formulé la pregunta y la expresé, vi como Simeón puso sus manos en su cabeza y cerró sus ojos, en ese momento entendí que me faltaba algo en la historia de la túnica de José.

Simeón, volvió a sentarse en el sofá de mi pensamiento sorprendido porque yo no sabía nada acerca de la túnica. Rubén se echa un poco hacia adelante y me toca la pierna izquierda; y me dice lo siguiente: 

- Andrés, Las túnicas largas y de colores en nuestra época, para ser precisos, la época de los patriarcas del Antiguo Testamento, eran usadas en lo general por gente rica, distinguida o de la realeza -. 

Él no quitaba la mano de mi pierna; y con mi boca abierta y una mirada perpleja guardé silenció, y el continuó diciendo: 

- Estas túnicas eran demasiado caras y ostentosas para ser usadas por el común de la gente. Es más, las túnicas de colores atribuían al que las usaba, un aire de distinción y supremacía, fíjate, nosotros normalmente usábamos túnicas de un solo color y no tan largas -. 

Yo en ese momento no sabía en qué pensar, me preguntaba dentro de sí, ¿será que me he enterado muy tarde?, ¿Qué tanto poder llegaría a sentir José al vestir una túnica así?, ¿Cuánto dinero habría invertido Jacob para esa túnica?, Simeón también se inclinó hacia adelante y chasqueó los dedos para llamar mi atención. Y dijo: 

- Por eso Padre al ofrecerle esta vestidura a once, estaba poniendo sobre él una preferencia inigualable, una distinción aparte de la dada a nosotros, lo estaba favoreciendo por sobre sus otros hijos -.

En medio de mis ganas por querer saber más de lo que ellos sentían por José en ese entonces, les pregunté: 

- Y ¿Qué tanto lo odiaban? -, 

Simeón se recostó nuevamente en el sofá y sus ojos empezaron a colocarse rojos, hasta el punto que empezó a llorar; y me decía con una voz entre cortada: 

- lo odiábamos mucho, tanto así que no queríamos que viviera. Lloro porque fui uno de los que exclamó aquel día: “ahí viene el soñador, matémosle de una vez”, mi más profundo deseo era matarlo… 
-. 
Ahogado en llanto no pudo seguir hablando, y miré a Rubén, que se conservaba aun sereno, y le pregunté: 

- ¿los sueños de él rebosaron la copa? -, 

sabía que era una pregunta obvia, pero en verdad no me espera una respuesta tan profunda, y me contestó: 

- quizás él nunca decidió llamarse José, nunca decidió ser el número once, nunca decidió ser el preferido de papá, nunca decidió los colores de la túnica, nunca decidió tener esos sueños, nunca decidió ser vendido y mucho menos esclavo, nunca decidió ser mayordomo, nunca decidió estar en una cárcel, nunca decidió ser gobernador, él nunca decidió. Dios ya había decidido su destino -. 

Cuando escuchaba a Rubén decir todo esto de su hermano, mi corazón se quebró y empecé a llorar porque tenía mucho sentido, y continuó hablando: 

- Andrés, tal vez él tuvo esos sueños pero sí lees bien, te das cuenta que no pudo interpretarlos, no lo hizo, él solo nos contó y fuimos nosotros los que interpretamos esos sueños; fue allí cuando no soportamos que aquel chico de la túnica ahora iba a gobernar sobre nosotros, él queriendo compartir de una manera inocente, lo que hizo fue alterarnos; y sí recuerdo cuando él se acercó y dijo: “familia he vuelto a soñar”, reconozco que su rostro era muy especial en ese momento pero el de mis hermanos no. Él siempre fue inocente Andrés, pero nada de lo que tenía era de él -.

Seguíamos en la conversación y le pregunté: 
- entonces, sí nada de lo que tuvo era de él, aún ni la túnica, ¿Cuál fue su verdadera túnica? -. 

Rubén sonrió y me dijo: 

- en verdad aún no te has dado cuenta ¡cual fue la verdadera túnica de mí hermano!, la verdadera túnica de José de parte de Dios no fue la que dio papá, fue la que le dio faraón, fue la de Gobernador -. 

Sentí algo extraño cuando él me dijo eso, y comprendí lo siguiente, “lo que tiene Dios para uno es mucho mayor que lo que pueda ser grande para el hombre”. Me sentí la verdad contento, por ver como Rubén y Simeón ahora no hablaban con odio y con ira, como lo hicieron antes con José y les pregunté: 

- ¿Por qué Simeón y tú, Rubén, han estado conmovidos mientras hablan de José? -. 
Y Simeón secando sus lágrimas dijo sin vacilar tanto: 

- Mi hermano era el indicado para odiarnos toda la vida, pero él nunca decidió. Nos perdonó -.

Rubén miró por la ventana y se dio cuenta que ya rayaba el alba, ambos se levantaron del sofá de mi pensamiento; pero antes de que se fueran les pregunté si podía abrazarlos, ellos lo hicieron primero y me dijeron algo que deseo compartir con ustedes amigos lectores, “No confundas perfección con amor, porque hay cosas que no entendemos y no comprendemos, solo llegan de repente, de la nada, tanto lo bueno como lo malo, pero lo que tenemos que comprender es que detrás de lo bueno y detrás de lo malo, hay un Dios que hace que todas las cosas ayuden a bien. José nunca fue perfecto; Dios no te pide que seas perfecto, solo que lo ames. En el camino habrán personas que te pondrán diferentes túnicas, tanto de colores como la de un esclavo, pero solo Dios te dará la correcta". Se despidieron y se desvanecieron lentamente, la verdad fue un gusto aprender de ellos.

Creo que sí has llegado hasta aquí entonces haz quedado como yo, asombrado. Recuerdan la pregunta que les hice al principio, ¿Alguna vez te ha pasado que abres tu closet y de repente encuentras una prenda que te regalaron en un cumpleaños, y ahora quieres ponértela, pero no te queda? Eso mismo sucedió con José. Aquella túnica de colores no era de él, entraba en ella sí, fue un regalo sí, pero no todos los regalos son buenos, y no todo lo que te pongas es tu verdadera túnica, aunque parezca. Espera en Dios, Él es quien ha escrito tu destino, no te apresures en tener una túnica de colores, vive el proceso y que sea Dios dándote la túnica de Gobernador.

Sabes porque invité a estos dos hombres al sofá de mi pensamiento. Porque ellos no fueron los que le enviaron a Egipto, fue Dios. Génesis 45. 8

- Andrés Bonza

Comentarios

  1. Excelente mi hermano.
    👏👏👏💪 Pase por acá porque sabía que esto iba a estar bueno.
    Pepe kztro

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  2. Muy linda Reflesión la Tunica de Jose

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  3. Excelente, Dios hace lo extraordinario y el hombre lo ordinario pero cumplir el propósito de Dios es perfecto!!!

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